Leer a Weber es un poco
complicado y un poco indigesto por su lenguaje, agotador mentalmente,
y de entrada cabe aclarar que no es un historiador como tal, aunque
se interesó por la historia. Marx Weber es un sociólogo (considerado
como uno de los padres de la sociología) y un economista con un
sentido antipositivista y con una hermenéutica brillante que aniquila
presupuestos marxistas. Sin embargo, el estudio que realiza en esta
obra ha servido para estudiar la historia de los inicios del
capitalismo, pero tratar de ubicarlo en alguna corriente
historigráfica es como intentar ubicar a un biólogo en la misma.
Podría decirse que desde el punto de vista filosófico es un
idealista, pero en aras a nuestro curso de historia, se puede decir
que la manera como tumba los postulados marxistas es por medio de la
historia de las mentalidades, la cual tiene fundamentos de la escuela
de los Annales, que sería mucho decir, ya que podría ser
inclasificable.
Ética protestante y el
espíritu capitalista fue una de sus obra más reconocida, y cabe
aclarar que no es un estudio sobre el protestantismo, aun cuando sus
postulados e ideas religiosas influyeron en el desarrollo del
capitalismo y su espíritu, ya que explica cómo los comportamientos
de quienes profesaban esta nueva ideología, no solo cambian sino que
legitiman nuevas practicas económicas que fueron por tiempo
rechazadas y consideradas como mundanas, como el hecho de realizar
actividades económicas que llevaran a la acumulación de riquezas y a
obtener una mejor posición económica, dejando atrás todo estilo de
vida, relaciones, formas de llevar un negocio, transacciones y
practicas tradicionales de otras épocas. Lo que en resumen el autor
de la obra da a conocer, es la forma como los ideales religiosos del
protestantismo y su ética racional conlleva a una mentalidad
económica y por consiguiente a una ética económica.
En cuanto al espíritu
capitalista, Weber nos da a conocer cómo nuevas ideas y hábitos
favorecen la búsqueda racional de ganancias económicas, que se
resume en el capitalismo o lo que hoy conocemos como economía
privada, cuya base está en la racionalización, es decir, el calculo
riguroso, el orden y la severidad, el derecho previsible, la
administración con leyes y la proyección económica para lograr el
triunfo deseado, evitando a toda costa la especulación irracional o
política, siempre acompañado de un instinto desmedido de lucro,
pero que además necesitaba la intervención varios factores como la
industria, la contabilidad racional y la división de la economía
doméstica, factores que los adelantos de la técnica (las ciencias
naturales, las matemáticas, la mecánica, precisas y racionales)
favorecieron . Y para que todo esto se diera fue necesario la
aceptación de ciertas tendencias, como lo fue la ambición de
ganancias y la nueva concepción del trabajo, bien llamado ahora
profesión.
Por un lado, las
aspiraciones lucrativas se materializaban mediante el ejercicio
constante de la profesión, la adquisición de los medios de
producción , la mano de obra y la venta de productos, ya no para la
satisfacción de lo necesario, o sea, para lograr un equilibrio de
los gastos personales, sino con el objetivo de acumular. Entonces,
vemos el surgimiento de los nuevos empresarios, personas que además
de precavidas, audaces, mesuradas, constantes, con una entrega total
a lo propio y con ideas y “principios” burgueses, ven en “el
negocio” y en su continua actividad, algo indispensable para sus
vidas, motivados por un sentimiento irracional de cumplir llanamente
con su profesión que los lleva a una entrega total con un afán de
enriquecimiento, necesario al orden económico capitalista. Además
son personas indiferentes a las creencias religiosas tradicionales,
que inducen a alejarse y separarse del trabajo en el mundo, por lo
cual Weber expone que hay una relación negativa entre la conducta
práctica de estos nuevos empresarios y los sentimientos religiosos.
Lo anterior nos remite a
la nueva concepción del trabajo, ya que se deja de lado la idea de
que el trabajo está hecho para el hombre, como una carga
impuesta, una obligación, una maldición o castigo divino, y se pasa
a la idea a la que el hombre esta hecho para el trabajo, como
un deber que hay que cumplir, como un llamado divino que se debe
acatar según el lugar que ocupamos en este mundo, como un designio,
un destino o una predestinación. Y con esto se introduce la
categoría de profesión, lo que Lutero define como una misión, y
que es el fundamento de la ética de los empresarios modernos.
Luego, el espíritu
capitalista está desprovisto de una coherencia directa con la
religión, con lo cual se desliga totalmente del tradicionalismo que
aspira a ganar lo necesario, contrario a la idea de ganar cuanto
fuera posible como un deber puntual y recto en los negocios, que es
la nueva mentalidad que encarna determinadas cualidades éticas
diferentes y que se vale de trabajo como medio de racionalización
para el aprovisionamiento de bienes materiales para la humanidad. Por
consiguiente el empresario moderno siente satisfacción al
proporcionar trabajo a muchas personas y a su vez contribuir al
desarrollo del contexto en el que de encuentre. No obstante, la
introducción del espíritu capitalista no se dio de forma pacífica,
hubo obstáculos y resistencia, ya que había desconfianza y poco
deseo por dejar el tradicionalismo.
Comprendiendo todo lo
anterior, notamos que ya no era necesario ni la aprobación del poder
religioso, ni el del Estado sobre la vida económica, sino la de la
“mano invisible”, la de “laissez faire-laissez passer”, es
decir, la completa libertad económica que hasta ahora empesaba y que
trae consigo una nueva concepción del mundo en la que uno, los
individuos se ven obligados a adaptar los comportamientos prácticos a
las condiciones capitalistas para progresar, ya que bien sea como
empresario o como trabajador, actuar en contra de las medidas
capitalistas del sistema lleva a la exclusión y al exilio
económico, o sea, a la quiebra o al desempleo. Y dos, esta
determinada por intereses políticos, económicos y sociales, por
ejemplo, cada país educa y crea a los individuos que requiere y las
profesiones que más se ajustan para cumplir con sus planes de
desarrollo y así mover su economía, profesiones enfocadas bien sea
para gestionar o para la parte operativa.
Referencia
Marx Weber.Etica protestante y el espíritu capitalista.
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